Todos sabemos que avión no se escribe con b y h (bueno, a los 12 años lo escribí
con ambas y por poco me da un yuyu). Al igual que sabemos que se
escribe viniste y no veniste ni vinistes. En realidad esto
responde a nuestro conocimiento sobre la ortografía,
algo que vamos aprendiendo desde que nos enseñan a leer y escribir y que normalmente controlamos con relativa
facilidad.
Sin embargo, existen otro tipo de
reglas en la lengua que también debemos respetar y que casi siempre pasan
desapercibidas, debido principalmente al desconocimiento de los hablantes (más
bien de los escritores de
la lengua) de su existencia. Se trata de la ortotipografía (aquel tema 4 de
Lengua Española II que ahora forma parte de nuestro día a día).
Para que todos nos entendamos, la
ortotipografía son las convenciones que fijan que se escriba 1 kg de azúcar y no 1 kgr de azúcar o 3 cm y no 3 cms. ¿Para qué esto? Pues, simplemente, para que
haya homogeneidad en la lengua y en la forma de redactar, ya que la diversidad
muchas veces puede dar lugar a la fragmentación.
Cuando
traducimos, tenemos que reconocer las convenciones ortotipográficas de la
lengua de la que partimos y usar las propias de la lengua meta. Repito: usamos las de la lengua meta,
no conservamos las de la lengua origen. Las redes sociales, como por ejemplo Facebook, no ayudan mucho en esta labor.
Por ejemplo, en inglés el punto
va antes que el paréntesis de cierre [.)],
mientras que en español es justo al contrario [).]. En alemán, por ejemplo, las dobles comillas
se sitúan de esta forma „zum Beispiel” (una baja y otra alta),
mientras que en español las dos se usan “altas”.
Son muchos los ejemplos que he
ido encontrando por la calle que no respetan el símbolo dedicado a la palabra
céntimos (cént. para el singular y cts. para el plural según el DPD). La última imagen la encontré en la cafetería de mi
propio centro: Facultad de Filosofía y Letras. Ejem; Filosofía y Letras.
Puede que no sea verdaderamente importante o que, de cierta
manera, no sea un fallo altamente penalizable pero no debemos olvidar que la ortotipografía
es parte del sistema lingüístico y que debemos respetarla al igual que
respetamos la ortografía.
Eso sí, dicho todo esto, debo
añadir que esos ctmos, cént, etc.
cumplen perfectamente con su función:
logran informarnos de cuál es el precio de la tarifa que la compañía está
ofertando, logran que sepamos que nos van a cobrar X céntimos por minuto.
Y vosotros, ¿qué opináis de todo esto? ¿Debemos seguir las
reglas ortotipográficas de nuestra lengua meta o podemos hacer uso de nuestra
capacidad para tomar decisiones para saltarnos estas convenciones en pro de la
función?
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